El departamento de orientación educativa de nuestro colegio compartió hace algunos días con todo el claustro de profesores la siguiente reflexión recogida en el blog
http://orientapas.blogspot.com.es/ , y nos gustaría poder compartirla ahora con toda nuestra comunidad educativa:
"¿Estamos tan hipersensibilizados por los mediáticos casos de acoso escolar que corremos el riesgo de calificar como tal otras situaciones de conflicto que se producen en el ámbito escolar? Esto es lo que plantea la orientadora educativa Eugenia Jiménez Gallego en la tribuna del Diario de Cádiz. Tomo aquí un fragmento de la columna para difundir un debate abierto sobre la pregunta que encabeza esta entrada.
Según el protocolo de actuación ante el acoso escolar, éste implica intención, repetición en el tiempo y desequilibrio claro de poder. Y subraya que "es importante no confundir este fenómeno con agresiones esporádicas entre el alumnado u otras manifestaciones violentas…". Estos días, sin embargo, todo se confunde.
Denuncian acoso las familias por una pelea puntual. Denuncian acoso aunque su hijo/a haya participado voluntariamente en los intercambios de motes, de bromas pesadas, de juegos violentos… si después se ha cansado y no ha sabido salir de esa rutina. Denuncian cuando leen los mensajes de whatsapp subidos de tono que ha recibido, sin querer saber de los que su chiquillo/a ha enviado y borrado después. Denuncian cuando los adolescentes se ven solos en un grupo con el que no conectan y se sienten heridos por miradas y sonrisas. Denuncian alguna vez, incluso, para conseguir un cambio de centro a mitad de curso cuando creen que su hijo/a se relaciona con amistades que no le convienen.
Todo ello podemos entenderlo desde el pánico que se ha desatado en este tema, desde la genuina preocupación de los padres por proteger a nuestros hijos. Y quizá en estos tiempos resulta políticamente incorrecto cuestionar algunas denuncias de maltrato entre iguales, pero creo firmemente que es necesario hacerlo por el bien de los niños. La investigación rigurosa sobre los hechos tenemos que hacerla siempre. Pero para los casos que finalmente no supongan maltrato entre iguales también tenemos que tener una respuesta.
Actualmente una de las competencias clave que hay que trabajar en educación es la competencia social. Y eso implica que los estudiantes tienen que aprender a cooperar y a resolver conflictos, porque los conflictos son parte de la vida. Bien los sabemos los adultos. Las habilidades sociales incluyen también saber iniciar conversaciones con sus iguales, valorar qué comentarios son adecuados en cada contexto, responder a críticas. Aprender a ignorar unas veces, a confrontarse otras, a unirse a otros semejantes para no resultar vulnerables. "